"El glamour socialista" por Anna Pelka / "Socialist glamour" by Anna Pelka




Castellano


"El glamour socialista" por Anna Pelka

“El fenómeno de la “moda” se suele vincular con las democracias occidentales capitalistas, en donde la industria textil, con toda su infraestructura de diseñadores, modelos, marcas y publicidad, surte el mercado. Ello contrasta con la realidad cotidiana de los antiguos países comunistas. En estos países la moda se enfrentaba a la escasez de prendas de vestir, cuya obtención no dejaba de ser un éxito para los ciudadanos en medio de una aparente existencia gris. En este contexto, las mujeres polacas siempre han tenido reputación de ser de las mejor vestidas dentro del antiguo Bloque del Este. Su éxito radicaba, por un lado, en conseguir prendas procurándose las telas necesarias para coserlas ellas mismas o con ayuda de un sastre, o, cuando menos, intentando traerlas del exterior, y, por otro lado, prestando atención a los complementos. Una labor que se antojaba difícil y laboriosa.

La planificación de la economía condicionó la producción de la industria textil polaca, mayoritariamente destinada a la exportación. De esta forma, las tiendas estatales o bien lucían vacías, o bien ofrecían productos desfasados, poco atractivos. Tal situación, sin embargo, no impidió el surgimiento de un sector de creación de moda, integrado por diseñadores, centros de diseño e, incluso, de fotografía. Este sector miraba a Occidente, sobre todo a las pasarelas parisinas, a las cuales sus representantes pudieron asistir personalmente a partir de los años 60. Aparte de vestir a los miembros de la elite política y de orientar a la industria y el comercio estatales, también se dedicaba a proporcionar a los ciudadanos información sobre la moda del momento. La fotografía de moda no tenía una finalidad publicitaria; se utilizaba como guía de costura, a la par que marcaba pautas sobre estilo de vida, el papel de la mujer y la modernidad. La moda de Occidente era el espejo donde mirarse, en cuanto representación de la elegancia, lo que se reforzó en la década siguiente con el impulso de políticas de fomento del consumo, el establecimiento de relaciones económicas con otros países europeos, así como una tímida apertura de fronteras con otros Estados socialistas y los viajes al Occidente.

Las fotografías de Jan Reutt recuerdan esa fotografía de moda, por su estilismo y su protagonista, quien, a pesar de la escasez imperante y de la dificultad de conseguir productos, parece estar al tanto de las tendencias. Posando en diferentes lugares de Europa, transmite también la imagen de una mujer elegante que, incluso en sus estancias veraniegas, se preocupa por detalles como el maquillaje, el peinado, y los complementos. Su sentido de la moda se aprecia asimismo en su pose, que parece pensada para resaltar su belleza.

Las fotografías enseñan que los pantalones son su prenda favorita. En 1964 Yves Saint Laurent había propuesto en París el traje pantalón para una mujer moderna que a la vez debía sentirse cómoda. Las jóvenes polacas llevaban pantalones desde finales de los años cincuenta, mas sólo en su tiempo libre: en la playa o de paseo. En una sociedad tan conservadora como la polaca, la mujer, madre y esposa, debía mostrar su feminidad. Así, aunque adoptada por algunos diseñadores, esta prenda (el pantalón o el traje pantalón) fue rechazada tanto por las autoridades como por una mayoría de mujeres hasta 1968. Incluso después de su aceptación oficial continuó siendo objeto de polémica, de tal manera que hasta 1973 no se permitió a las niñas llevar pantalones a la escuela por mucho frío que hiciese en invierno. Bastantes testimonios coinciden igualmente en que bien entrada la década muchas mujeres seguían encontrando problemas en su trabajo por esta razón (de un modo particular, en las pequeñas ciudades), mientras que otras muchas lo rechazaban por considerarlo de mal gusto.

La protagonista de las fotografías de Jan Reutt, por el contrario, era una mujer moderna y atenta a las nuevas tendencias de la moda europea. Así, en la fotografía con un paisaje invernal de fondo, podemos verla en traje pantalón o quizás mono de color rojo, con chaqueta de cuello alargado, peinado corto y gafas de sol tipo “superfly”, popularizadas por Jacqueline Kennedy Onassis. Este tipo de gafas fueron conocidas en Polonia gracias a la película de Andrzej Wajda “Cazando moscas” (“Polowanie na muchy”, 1969), cuya protagonista también las llevaba. La modernidad de nuestra protagonista no resulta tan sólo de su vestido. También de su condición de viajera gracias al coche (las fotografías están tomadas en diversos lugares), en sí una señal de prosperidad económica. Igualmente, su expresión nos transmite sensibilidad, sensatez, seguridad en sí misma y una cierta independencia. Es decir, todo aquello que constituía el ideal de mujer socialista moderna y glamurosa.”



English
"Socialist glamour" by Anna Pelka


“The fashion phenomenon is usually associated with western capitalist democracies, in which the textile industry, with a whole infrastructure of designers, models, brands and advertising, supplies the market. This contrasts with the quotidian reality of former communist countries. In these countries fashion faced the shortage of garments, when obtaining them seemed almost a triumph for their citizens in the middle of an apparently grey existence. In this context, Polish women have always been reputed as the best-dressed within the Eastern Bloc. On one hand, their success lay in their ability to dress providing themselves with the necessary fabrics in order to sew them on their own or with a tailor’s help, or, at least, to bring them from abroad, and, on the other hand, in paying attention to complements. This labour seemed difficult and painstaking.


The economy planning conditioned the Polish textile industry production, mainly destined for exportation. Thus, the State-run shops whether appeared empty or had on display unattractive outdated products. This situation, however, did not hinder the arise of a sector for fashion creation made up of designers, and centres of design or even photography. This sector looked to the West, particularly the Parisian catwalks, which their representatives attended from 1960 on. Apart from dressing the political elite and directing the State industry and commerce, it also disseminated information to the citizenship on the current fashion. Fashion photography was not aimed at advertising; it was used as a guide to sewing, as well as it set the standard of lifestyle, woman’s role and modernity. Western fashion was the mirror in which to look, as it represented elegance, what was reinforced in the following decade by boosting pro-consumption policies, promoting economic relations with other European countries, and a timid opening of frontiers with other socialist States and travels to the West.

Jean Ruett’s pictures recall this fashion photography, through the design and the main character, who, notwithstanding the ruling shortage and difficulties of supply, seems aware of trends. Posing in different places across Europe, she also gives the image of an elegant woman caring even in her summer holidays for details such as make-up, hairdo, and complements. Her sense of fashion is also reflected in her pose, thought to highlight her beauty.

Photographs show that trousers are her favourite garment. In 1964, Ives Saint Laurent had in Paris proposed a trouser suit for the modern woman, who at the same time had to feel herself comfortable. Polish female youngsters had been wearing trousers since the 1950s, but only in their spare time: on the beach or strolling. In a society as conservative as the Polish, woman, as mother and wife, was to exhibit her femininity. Consequently, even though it was incorporated by some designers, this garment (trousers or trouser suit) was rejected not only by the Polish authorities, but also by Polish women until 1968. Even after its official recognition, the polemics continued in such a way that until 1973 girls were not allowed to wear trousers to school, no matter how cold it would be in winter. A large number of accounts coincide in the fact that women still experienced troubles in their posts for this reason well into the decade, particularly in small towns, whereas others rejected trousers on the grounds of bad taste.

On the contrary, the character in Jean Ruett’s photographs was a modern woman, aware of the new trends in European fashion. Thus, in the photograph with a winter landscape background she can be seen wearing a red trouser suit or overalls, long-neck jacket, short haircut and “soulfly”-type sunglasses, the latter popularized by Jacqueline Kennedy Onassis. These sunglasses were firstly known in Poland thanks to Andrzej Wajda’s film Hunting flies (Polowanie na muchy, 1969), whose female starring role wore them. Our character’s modernity derives not only from her clothes, but also from her condition of traveler by using a car (the pictures were taken in various places), in itself a sign of prosperity. Likewise, her expression reflects sensitivity, sensibility, self-confidence and certain independence. That is to say, everything a modern glamorous socialist woman would be made of.”